LA MUERTE
Cuando llegamos al mundo, hay una cosa segura, en algún momento, más tarde o más temprano, desapareceremos de él. Lo común que tenemos los seres vivos, lo que nos hace iguales sea nuestro estatus, raza, religión, es que todos, sin duda alguna vamos a morir.
La muerte, sobre todo en nuestra cultura, la occidental, es un tema tabú, se nos ha educado desde la cultura del apego, ya que desde niños no nos han preparado para ella, se habla poco, se evita y está rodeada de miedo e incertidumbre.
En las culturas orientales que practican el budismo, la persona atraviesa sucesivas encarnaciones donde va aprendiendo lecciones para ir mejorando hasta llegar a ser un espíritu puro. La existencia de la muerte es utilizada como un elemento psicológico indispensable para la consciencia del carácter transitorio de la vida, del cambio de todas las cosas y del valor precioso de este momento, del aquí y el ahora.
Hay que diferenciar entre la muerte de uno mismo y la de los seres queridos. Personalmente me asusta más la segunda, quizá porque no he parado en profundizar en lo que significa dejar de existir, o que la veo muy lejos, error que solemos cometer, ya que nuestra muerte no tiene una fecha ni una edad concreta. Afortunadamente he tenido pocas pérdidas en mi vida, pero veo cercanas las muertes de familiares, así que me surgen dudas como, ¿Qué se siente ante la pérdida?, ¿dónde duele en el cuerpo?, ¿qué pensamientos tengo?, ¿cómo me cuido?, ¿qué hago con mi dolor?...
La muerte de un ser querido, conlleva tener que lidiar con diversos sentimientos, tenemos que hacer el duelo, que es el proceso de adaptación emocional que sigue a cualquier pérdida, algunos determinantes que influyen en su elaboración son el tipo de relación afectiva con el fallecido, duración de la enfermedad mortal y la agonía en caso de existir, grado de parentesco y de dependencia, carácter de la muerte, apoyo social, ideas religiosas o espirituales y presencia o no de otras experiencias de duelo.
Pasar por este periodo nos brinda la oportunidad para encontrar un nuevo sentido a la vida, teniendo una visión sobre la propia muerte como una realidad posible más cercana, para poder aceptarla y prepararse para ese momento.
Desde hace unos años se están realizando en diversos lugares “Death Café”, donde una serie de desconocidos se reúnen alrededor de una mesa con bollería, zumo, café e infusiones mientras plantean cuestiones, comparten puntos de vista y toman consciencia sobre temas relacionados con la muerte.
¿Piensas alguna vez en tu muerte?, ¿te da miedo abandonar este mundo?, ¿crees que existe algo más?, ¿cuál es el sentido de la vida?, ¿has hecho testamento?, ¿quieres ser donante de órganos? ¿qué cosas querrías hacer antes de morir?, y si te dijeran que te quedan tres meses de vida ¿qué harías?, los problemas que ahora tienes ¿tendrían la misma importancia?.
¿Has pensado en tu funeral?, ¿cómo te gustaría que fuera?, sí, ya sé que puede resultarte chocante la pregunta, y es que al igual que organizas viajes, reuniones, … un funeral es un ritual donde se reúnen tus seres queridos para despedirte, y este acto social normalmente lo gestionan nuestros familiares en momentos muy duros, no obstante nosotros podemos decidir con antelación cómo desearíamos que fuera, si queremos música, que lean determinados textos, dejar algo escrito, si nos gustaría que el ataúd estuviera abierto o no, si preferimos ser enterrados o incinerados, …
Quizá te parezca una frivolidad algo que hayas leído, pero precisamente es lo opuesto, ser frívolo es no conceder a las cosas la importancia que merecen o no hacerlo con la seriedad, el sentimiento o interés requeridos. Y la muerte queramos verlo o no, nos acompaña desde que nacemos, como dijo Seneca “Ningún hombre disfruta plenamente el verdadero sabor de la vida sino aquel que está dispuesto y preparado para abandonarla”.
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