QUIERO QUE ME ESCUCHES
Quiero que me escuches…
Con los oídos, los ojos, el corazón, con todos tus sentidos y tu ser.
Como si fuera la primera vez que me ves y quisieras descubrirme.
Sin juzgar, criticar o aconsejarme.
En mis silencios, en mis penas y alegrías.
Porque cuando así lo haces me siento…
Aceptado, valorado, importante, acompañado, visto y presente.
Oír y escuchar no significan lo mismo, el primero se hace de forma pasiva, es un fenómeno que pertenece al orden fisiológico, incluido en el mundo de las sensaciones, nuestro sentido auditivo nos permite percibir los sonidos, las vibraciones. Sin embargo escuchar es algo activo, requiere un esfuerzo físico y mental, es la capacidad de captar, atender e interpretar la totalidad del mensaje del interlocutor a través de la comunicación verbal, el tono de la voz y el lenguaje corporal, es deducir, comprender y dar sentido a lo que se oye, añadiendo significado al sonido.
Escuchar parece relativamente fácil y que todos somos capaces de hacerlo, pero una escucha activa puede considerarse un arte, requiere de unas capacidades y habilidades que pueden aprenderse y desarrollarse con la práctica. Es una actitud de disponibilidad, interés, de un encuentro personal que implica comprender la experiencia vivencial y subjetiva de quien habla, prestando atención tanto al contenido verbal del mensaje, como a la percepción de la forma, el tono, las emociones subyacentes, las pausas, … se puede decir y expresar con una simple mirada, una sonrisa, un gesto.
Al escuchar de esta manera, se acepta incondicionalmente al otro, evitando juicios, entendiendo su punto de vista, respetando lo que manifiesta y siente aunque no estemos de acuerdo. Parafraseando, de manera que resumimos lo que nos ha dicho con nuestras propias palabras para contrastar si es eso lo que la persona quería decir (entiendo que lo que ha ocurrido es…, me quieres decir que…). Reflejando su estado emocional (sé como te sientes, te entiendo).
Cuando realizamos una escucha activa, hay que evitar determinadas acciones como son:
Rechazar las emociones que el otro manifiesta, decir a alguien lo que no debería sentir implica un reproche acerca de una conducta sobre la que no se tiene control al ser una reacción automática.
Minimizar, juzgar, aconsejar o interrumpir el discurso.
Solucionar el problema, ya que quién lo plantea, quiere compartirlo, pero únicamente él es el responsable de solucionarlo.
Mantener una actitud condescendiente y compasiva.
Contar nuestra propia historia, ya que pasamos el foco de atención del otro al mío.
El síndrome del experto, tener la respuesta antes de que nos hayan contado su situación y creer que sabemos qué es lo mejor para la otra persona.
“Necesito de alguien que me mire a los ojos cuando hablo. Que escuche mis tristezas y desiertos con paciencia y aún cuando no comprenda respete mis sentimientos” Charles Chapplin.
“La gente olvida lo que dices, incluso lo que haces, pero jamás olvida lo que les haces sentir” Gisela Rubach.
“La naturaleza nos dio dos ojos, dos orejas y una boca para que pudiéramos observar y escuchar el doble de lo que hablamos” Epícteto.
“Quién se ha ejercitado en oír y escuchar el silencio es capaz de entender lo que no es dicho” Javier Melloni.