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Y TÚ ¿DE QUÉ TE DAS CUENTA?


Ahora, sentada en el salón de mi casa y escribiendo me doy cuenta de que siento el fresco del ventilador en la parte derecha de mi cuerpo, ahora me doy cuenta que los mechones rubios de mi cabello se ponen delante de mis ojos, ahora me doy cuenta de que no estoy segura si poner lo que estoy escribiendo en el artículo o de borrarlo y poner otro contenido. Ahora me doy cuenta de… y tú, ¿te has percatado alguna vez de lo que te das cuenta en tu día a día?.


El darse cuenta es la capacidad que tiene todo ser humano para percibir lo que está sucediendo dentro de sí mismo y en el mundo que le rodea. Es la capacidad de comprender y entender aspectos de sí mismo, y situaciones o cualquier otra circunstancia o acontecimiento que se produzca en su mundo. Dentro de la experiencia se pueden distinguir tres tipos de darse cuenta:


a) Darse cuenta de sí mismo o del mundo interior.

b) Darse cuenta del mundo exterior.

c) Darse cuenta de la zona intermedia o zona de la fantasía.


El darse cuenta del mundo interior comprende todos aquellos acontecimientos, sensaciones, sentimientos y emociones que suceden en el mundo interior, en definitiva, en mi cuerpo. Por ejemplo la sensación de hambre, de sed, cuando me duele la cabeza, si noto un nudo en la garganta, si tengo tensión en los hombros, mi forma de respirar,…


Este tipo de darse cuenta está en función de la manera de sentir, de la experiencia y la existencia aquí y ahora, y es independiente de cualquier argumento o juicio por parte de los demás. Es decir, si yo siento tal o cual cosa dentro de mí, el que los demás o yo mismo juzgue esos sentimientos o eventos, no los hará cambiar. Sólo podrán ir cambiando en la medida en que los deje fluir libremente dentro de mí y les de su espacio, sin juzgarlos, sin taparlos o eliminarlos. Por ejemplo si siento enfado, el que juzgue este sentimiento como malo e inadecuado, lo único que hará será que trate de disimularlo, eliminarlo, o que ni siquiera me dé permiso de reconocer que estoy enfadado.


El darse cuenta del mundo externo se relaciona con todo lo que percibimos a través de nuestros sentidos y que proviene del mundo exterior, es decir, es el contacto que mantengo en cada momento con los objetos y los acontecimientos del mundo que me rodea.


Me permite darme cuenta de lo que está fuera y de lo que ocurre más allá de mi piel. Es lo que en cada momento veo, toco, oigo, escucho, y huelo. En esta zona están la música, los ruidos, las voces, los colores, los paisajes, los besos y los abrazos, las caricias, el olor de los perfumes, de las flores, …


Estas percepciones del mundo externo, mi forma de sentir y, en definitiva, lo que percibo, toco, oigo, huelo y saboreo están en función de mi forma de percibir y de ser, que se ha ido configurando de acuerdo con mi herencia genética, con mis aprendizajes y mis rasgos de personalidad.


La zona intermedia incluye toda la actividad mental que va más allá de lo que sucede en el presente. La zona de la fantasía abarca el pasado y el futuro, y comprende las actividades relacionadas con el pensar, adivinar, imaginar, planificar, recordar el pasado o predecir y anticipar el futuro.


Tanto nuestra idea imaginaria del futuro, como nuestra concepción y recuerdo del pasado, se basan en la comprensión del presente. El pasado es un recordar –escasamente objetivo- lo que sucedió en un momento que ya no existe. El futuro es todo aquello que presagiamos, imaginamos o tratamos que suceda.


Todo este adivinar, pensar e imaginar ocurre en el presente, en el aquí y el ahora. Cuando toda esta actividad mental tiene como función evitarnos vivir el presente, se convierte en una actividad neurótica que nos aleja del mundo real.


¿Y tú, de qué te das cuenta?, ¿te sientes más identificado con alguna zona? Aquí y ahora, tu presente más inmediato, es este artículo qué estás leyendo, ¿te das cuenta cómo está tu cuerpo? sientes calor, frío, te duele algo, estás relajado, tienes hambre,… ¿te vas a la zona intermedia? mientras lees piensas en lo que vas a hacer después, te viene algún recuerdo a la cabeza, … y ¿te das cuenta de lo que ocurre en el exterior? hay silencio a tu alrededor, estás escuchando música, hay ruidos en la calle,…


La capacidad de darse cuenta se mueve muy deprisa de una cosa a otra y de un lugar a otro, pero uno sólo es capaz de darse cuenta de una cosa cada vez, de un sentimiento o sensación en cada momento. La capacidad de tomar conciencia puede ser entrenada e ir incrementándose, puedes ser tu propio observador de tu darte cuenta y mirar hacia dónde diriges la atención en cada instante, una manera es empezar dedicando cinco minutos cada día, diciendo “Ahora me doy cuenta de…” así sucesivas veces para después ver si tu darte cuenta procede de la zona interior, exterior o intermedia. Verás que puedes darte cuenta de infinidad de cosas, muchas de las que habitualmente no nos percatamos, por ejemplo, tu forma de andar, de hablar, de comer, de mirar, de relacionarte,…

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