SEIS SOMBREROS DE COLORES
Un hombre tenía seis hijos que nunca se ponían de acuerdo en nada cuando tenían que resolver un problema, así que el joven desesperado los mandó al Consejo de deliberación de la ciudad de Bono, con la esperanza de que aprendieran como llegar a un consenso.
El Consejo estaba compuesto por Edward de Bono, el Sombrerero Mayor que lo presidía y por seis duendecillos, cada uno con su correspondiente sombrero de color.
Bono, llevaba un Majestuoso sombrero, con colores rojo, amarillo, verde, azul, blanco y negro.
Científico, de sombrero Blanco, vestía de manera neutra, de semblante serio y calculador, facilitaba hechos y cifras, información sobre el mundo, separando los hechos objetivos de las derivaciones subjetivas.
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Positivo, de sombrero Amarillo, eficaz y lleno de fuerza y vitalidad, buscaba los posibles beneficios de una idea e intentaba ver las ventajas de llevarlas a cabo, con un pensamiento constructivo, introducía mejoras y aprovechaba oportunidades, basándose en el esfuerzo y en razones lógicas para valorar las cosas.
Creativo, de sombrero Verde, muy original y pintoresco, fuera de lo común, formulaba ideas deliberadamente ilógicas y provocativas, con una forma de pensar divergente, abierta al cambio y con multitud de estrategias y alternativas.
Cauteloso, de sombrero Negro, con traje oscurso y carácter racional y prudente, disponía del potencial para anticipar el futuro y sus consecuencias, detectar los puntos débiles y útiles para evaluar y planificar una idea, continuar con ella o abandonarla, previniendo así los peligros y dificultades que pudieran ocasionarse.
Gestionador, de sombrero Azul, coordinaba la reunión y mantenía el orden, permitiendo organizar el pensamiento, definiendo los propósitos y las pautas del ejercicio, centrando las preguntas y enfocándolas correctamente, dando una visión general de lo ocurrido y haciendo recapitulaciones y resúmenes de lo expuesto.
Una vez hechas las correspondientes presentaciones, los niños se sentaron entusiasmados a ver como llegaban a un acuerdo entre ellos.
El Sombrerero expuso un problema, y uno a uno fueron saliendo al centro de la sala los duendecillos, mientras uno hablaba, los demás escuchaban atentamente. Todas sus aportaciones eran distintas del resto de sus compañeros, lo que hacía que los asuntos se vieran desde diversas perspectivas, favoreciendo así que se llegaran a soluciones más ricas y variadas.
A veces y por diferencia de caracteres, chocaba la energía de Positivo al querer aprovechar las oportunidades, con la prevención de Cauteloso, otras sin embargo, entraban en disputa la objetividad de los datos de Científico con la expresión de los sentimientos de Emocional,… Cuando esto ocurría, Sombrerero Mayor, invitaba a salir a cada participante al medio de la estancia, donde se quitaba su sombrero, y el resto de miembros, por turnos le lanzaban el suyo.
De esta forma, cada duende se iba colocando en la cabeza sucesivamente uno de distinto color, lo que le hacia pensar o sentir de la manera propia que lo hacía el dueño de dicho sombrero. Era increíble y divertido ver como el influjo del color sombreril hacía que cada pequeño por unos instantes se quedara perplejo al oír salir de su boca expresiones que nunca antes hubiera dicho, como cuando Científico se reía a carcajadas y daba saltos de alegría, o Emocional se sosegaba y razonaba elocuentemente. Que maravilla descubrir que no tenían un modo único de actuar.
Al final del debate, llegaron a un consenso entre todos y contentos con la decisión se fueron a dar un merecido festín. Durante la sobremesa obsequiaron a los seis niños con seis sombreros, cada uno de color diferente. Y como en la vida misma, enseguida surgió el primer conflicto: había algunos que querían quedarse con el mismo color. Pero el cómo llegaron a un acuerdo,… eso ya es otra historia.
Este cuento, está basado en una técnica del psicólogo creador del pensamiento lateral Edward de Bono, “Seis sombreros para pensar”, siendo una herramienta de comunicación para la resolución o el análisis de problemas desde distintos puntos de vista, fomentando el pensamiento en toda su amplitud y separando el ego del desempeño.
Este cuento, está basado en una técnica del psicólogo creador del pensamiento lateral Edward de Bono, “Seis sombreros para pensar”, siendo una herramienta de comunicación para la resolución o el análisis de problemas desde distintos puntos de vista, fomentando el pensamiento en toda su amplitud y separando el ego del desempeño.