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NO SOY UNA EMOCIÓN Y EXPERIMENTO TODAS, ¿QUIÉN SOY?




En el país de los Grandes sabios, se encontraban los pequeños “Sin nombre”, unos seres que debían iniciar un viaje donde aprenderían aquello que les daría una identidad.


Sapidus, encomendó la misión a “Sin nombre” de adentrarse en la tierra de las emociones.


Emprendió la aventura con un montón de sensaciones corporales y pensamientos que no sabía bien definir.


El camino empezó a estrecharse, oyó aullidos a lo lejos, la noche cayó y sintió como si apretaran su corazón en un puño. En una oscura cuevecita encontró acurrucado a MIEDO, quién le susurro que él solía tener una sensación desagradable al percibir un peligro, real o imaginario, y mi función es avisar que algo representa una amenaza, así puedes protegerte, soy una señal orientada a la supervivencia.


El ser continuó su periplo con cuidado de lo que podría ocurrirle en esos parajes desconocidos, identifico su miedo, y poco a poco la sensación fue cambiando al observar el bonito paisaje, el revoloteo de las golondrinas, una preciosa cascada, y la esplendida y divertida aparición de ALEGRÍA, quién le dijo cantando y sonriendo que era una emoción de bienestar, de altos niveles de energía y disposición y que servía para compartir con los demás su estado, crear vínculos y volver a vivir situaciones que me hacen sentir feliz y plena.


Guau, que maravilla, que subidón, se hubiera quedado en ese estado el resto de su viaje, pero partió bailando y dando piruetas, repentinamente, el trayecto se torno angosto, pesadas piedras obstaculizaron su paso, el cielo se cubrió de rayos y tras un fuerte estruendo, emergió ENFADO, quién gritando se presentó como el enojo al sentir frustración, que habían vulnerado u ofendido a alguien o algo valioso para él o que se interpusiera en su camino y mi objetivo es fijar y proteger mis límites y movilizarme para la acción.


Vaya con el enfado, como se las gasta y que bien marcado tiene su territorio, pensó mientras se dio cuenta que casi llegaba al final de su aventura, y entonces en cada pisada notó como se hundía más y más en un fangoso pantano, y sin saber la razón, comenzó a llorar, cuando al desvanecerse en un árbol, apareció TRISTEZA, quién entre sollozos se mostró como la expresión del dolor, de la perdida, de la despedida de personas o cosas importantes, y mi finalidad es protegerme, cuidarme y dejarme cuidar, parar lo que estoy haciendo, conectarme a mis necesidades, regresar a la seguridad de lo conocido y recargarme para recoger fuerzas.


De regresó a su tierra, conoció a FELICIDAD, SORPRESA, VERGÜENZA, ASCO, ORGULLO, ANSIEDAD,… y un sinfín de emociones más.


Llegado ya a su destino, fue hora de darle un nombre, el de la capacidad de ponerse en el lugar del otro, de entenderlo, comprender que pasa por su mente, cómo y por qué se siente así, y no desde nuestra perspectiva, sino intentando pensar cómo piensa él, con sus creencias y valores, validando y comprendiendo sus sentimientos en la situación que él se encuentra.


Y así fue como “Sin Nombre”, se llamó EMPATÍA.



Ejercicio de autorreflexión:

Cuando experimento una determinada emoción,

  • ¿Qué siento?

  • ¿Qué pienso?

  • ¿Qué hago?

  • ¿Qué necesito?



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